Parece ya perfectamente asumido que Europa (ojo, y el mundo: Milei, Trump, Bukele, ...) está en plena ola reaccionaria cuando no directamente fascista. Voy a intentar, en unas pocas líneas y como humilde aportación, intentar hacer entender por qué se está produciendo y qué panorama se nos presenta.
Uno de los escasos triunfos que se derivaron del final de la 2ª Guerra Mundial fue la extensión por amplias regiones del continente europeo (lástima, España, gracias al franquismo, se quedó al margen) del llamado Estado del bienestar, una serie de avances y beneficios sociales (educación, sanidad, servicios públicos en general) que llegaron a amplísimas capas y estratos sociales. Los países escandinavos fueron la punta de lanza de esa formulación, pero otros muchos, a distintos ritmos, fueron llegando fruto de la prosperidad económica de los años posteriores al conflicto bélico ... hasta 1973 y, sobre todo, hasta 1979, segunda crisis del petróleo.
Hubo intelectuales que vendieron ese Estado del bienestar poco menos que como "el fin de la Historia". Ya no podría haber más progreso porque la Humanidad había llegado a su límite y sólo se trataba de mantener los logros alcanzados. Punto de partida ideal para quienes tenían como objetivo precisamente desmontar ese Estado del bienestar que les impedía acumular libremente beneficios exorbitantes. Margaret Thatcher (primera ministra británica en los años 80) y Ronald Reagan (presidente de EEUU por las mismas fechas) ejemplifican perfectamente a los tipos que trabajaron por desmontar ese Estado del bienestar ... y a fe que tuvieron cierto éxito. Desde entonces, quiénes habían trabajado por construirlo (la socialdemocracia) sólo vienen defendiéndose, aceptando cada día un recorte más porque perdieron la iniciativa y siguen sin poder (más bien, querer) recuperarla.
Pero ... ¿y la sociedad en general? Pues la sociedad, y especialmente quiénes más beneficios habían obtenido de ese modelo de Estado, llevan 30 o 40 años en la incertidumbre, agobiados por crisis puntuales que están a punto de poner patas arriba el sistema capitalista, pero tirando todavía de alguno de los logros de ese bienestar que aún perduran, aunque cada vez con menos financiación y, por lo tanto, con peor atención. La sanidad es, quizás, la mejor demostración de todo ello. ¿Y cuál es la reacción? La antipolítica, el hacer responsables a los gestores de ese Estado del bienestar (los políticos de distinto signo) del mal funcionamiento de ese Estado del bienestar, con la frase más demoledora para una democracia que pueda haber ("todos son iguales") que, quizás no lo sepan, está abriendo las puertas a otro tipo de regímenes, sin duda más autoritarios. Así, triunfan los mensajes sencillos y contundentes que circulan libremente por las redes frente a una prensa acrítica o, directamente, entregada a intereses económicos de los que financian los medios. Por poner un ejemplo, en una cabecera de un diario teóricamente "progresista" va a ser difícil encontrar una crítica a un fondo de inversión que es mayoritario en el consejo de administración de la empresa que está detrás de ese medio, por muy "progresistas" que sean sus profesionales.
Aquí la izquierda tiene mucha responsabilidad. Porque no ha sabido hacer avanzar el Estado del bienestar, porque ha mentalizado a sus teóricos votantes de que no se puede ir más allá y porque, en definitiva, ha comprado el discurso economicista de quienes quieren desmontar ese Estado del bienestar. La clave siempre estará en la redistribución de los beneficios vía fiscalidad, a partir de ese principio tan asumido de que "quien más tiene, que pague más".
Y no, la Historia no ha finalizado y, por lo tanto, hay que seguir avanzando en más logros sociales, más avances materiales y una mejor distribución de la riqueza. Porque quedarse parados es, efectivamente, abrir la puerta a los reaccionarios y estos, desde luego, saben muy bien lo que quieren y a qué público quieren llegar. Cuando tienes 20 o 25 años empiezas a querer tener un futuro y si en la realidad material actual eso te empieza a parecer imposible, quizás tengas más interés por oír otro tipo de discursos que te prometen solucionar tus problemas en cinco minutos. "No tengo trabajo porque me lo quitan los inmigrantes" o "me cuesta encontrar vivienda porque no se ponen en alquiler por miedo a las okupaciones" son mensajes que calan en amplios sectores sociales y son la puerta de entrada a la reacción y el fascismo. Desmontarlos y propiciar la extensión del Estado del bienestar tendrá que ser el objetivo de quien se diga de izquierdas. Tratar sólo de mantener lo que hay es, primero, profundamente conservador, y, de seguido, va a facilitar el triunfo de los que van contra la Historia.
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