lunes, 7 de diciembre de 2015

ANTE UNAS ELECCIONES DECISIVAS

Inicio con esta entrada un serial que nos acompañará hasta las próximas elecciones legislativas españolas del 20 de diciembre. Y en este caso voy a apostar por una interpretación no sé si novedosa pero sí creo que interesante de cara a debatir el fomento. El planteamiento sería el siguiente: ¿Con qué resultado electoral cada uno de los partidos se enfrentaría a una crisis significativa? Ahí van mis apreciaciones:
  • PP: todo lo que sea estar por debajo de los 110 escaños es un desastre por varias razones. En primer lugar porque significaría que las distancias con sus oponentes serían mínimas y, en el caso de que aún pudiera tener un margen de unos 15 o 20 escaños con el segundo cualquier coalición o acuerdo de gobierno entre segundo y tercero no sería tan mal visto como si la distancia fuera de 40 o más escaños. En segundo lugar porque sería colocarse en los niveles de la Alianza Popular de Manuel Fraga, es decir, la prehistoria política del Partido Popular. En tercer lugar porque vendría a ser la confirmación del fracaso de las políticas de gobierno, de su lejanía del electorado y de una pésima planificación de la campaña. En esos baremos el PP necesariamente iría a un proceso de refundación de mayor o menor calado y muchas de sus figuras tendrían que buscarse otras alternativas vitales.
  • PSOE: no superar los 100 escaños significa el final del liderazgo de Pedro Sánchez y la aceleración de la toma del poder por Susana Díaz, avalada por su hegemonía en la federación socialista más fuerte y respaldada tanto por una buena parte de la prensa "seria" como por los poderes económicos. Incluso si supera esa cifra pero el resultado del Partido Popular se va a los 130-140 escaños es más que probable que se produjera el mismo efecto. El líder socialista necesita estar muy cerca del PP en escaños para presentarse como una alternativa creíble e, incluso, forzar un pacto de investidura más o menos aceptable. Otra cosas será qué partido estaría dispuesto a dar la presidencia del Gobierno a un líder al que sus enemigos internos preferirían no ver en esa tesitura.
  • CIUDADANOS: el problema de Albert Rivera es el de las grandes expectativas que se han generado a cuenta de las últimas encuestas electorales. Tanto para los naranjas como para Podemos rondar los 60 escaños hubiera sido un resultado espectacular hace un par de años pero ahora cargan con los pronósticos y la esperanza de muchos sectores sociales ansiosos de cambios, y no sólo de maquillaje. Por todo ello estar por debajo de los 50 años sería considerado un serio fracaso, al menos a corto plazo, que quizás pudiera compensarse por un buen trabajo parlamentario. En cualquier caso, salvo debacle en la campaña electoral, en ningún caso cabría esperar alteraciones sustanciales ni en cuanto al liderazgo de Rivera ni en las estructuras del partido, más allá del necesario reforzamiento de la misma en todo el territorio nacional.
  • PODEMOS: el análisis viene a ser parecido al planteado para Ciudadanos. Sus expectativas fueron enormes a principios de 2015 cuando recogía toda la oleada de indignación y de convencimiento en amplias capas sociales de la necesidad de cambios estructurales del sistema. A día de hoy, y pasados por el tamiz de unas elecciones municipales que les dieron el gobierno de varias de las más significativas ciudades del país (Madrid, Barcelona, Valencia, La Coruña, Zaragoza, Cádiz,...) están en la disyuntiva de confirmar ese éxito o tener que conformarse con una posición secundaria aunque seguramente decisoria en el nuevo tiempo político que se avecina. Los 50 escaños son el límite que van a marcar el éxito o el fracaso de su propuesta y, como en los otros casos, también dependerá mucho esa sensación de la distancia con sus competidores, en el caso de los morados, especialmente con el PSOE. Cuanto más cerca queden de los socialistas, más fáctible será vender cualquier resultado electoral como un éxito.

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Profesor de Historia en un Instituto de Cantabria.

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